Es un momento de debilidad, que asoma a mi cuerpo, cuando los primeros rayos de sol llegan desde
de detrás de la montaña. Las nubes, se vuelven sonrosadas; el cielo, parece un espejo que olvida el estrabismo del día los pájaros, no necesitan camuflarse en las ramas silenciosas; las calles, se desperezan; las ventanas, se despiden de su soledad, y yo me cuelgo del amanecer, para salir de mis pesadillas, que son la otra sociedad sin rutinas, sin plazos, sin calendarios, sin continuidad en la que camino cada noche.
© Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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