A esa pared, se aferra un pájaro, es pequeño, diminuto,
silencioso; cabe en la palma de un mano; se sostiene en la nada; busca refugio
a su soledad; que le oprime, que le busca, que le susurra, que ha de
camuflarse, que ha de ser otro, que ha de sobrevivir, en un mundo de palabras
contaminadas, de gestos abruptos, de
sombras que gritan; que le invitan a llorar abrazado a su destino, del que ha
huir para poder soñar
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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