Acumulo periódicos atrasados, en mi mesa de trabajo; donde todo es
posible; donde las utopías crecen; donde los amores son elipsis de mi fantasía;
donde la vida es ayer, por las fotografías de mis antepasados, que se cuelan en
mi presente, para hablarme de sus cosas, que intento rescatar desde el amor de
la sangre, que me llama una y otra vez, a su nostalgia; y, dentro de mis
mundos, nunca perfectos, se cuela su imagen; que narra la historia de una guerra
que dibuja mapas de lágrimas, en hombres, en mujeres, en niños, que corren para
refugiarse de las bombas, que no cesan de caer en hogares, en calles, en
carreteras. No puedo perdonar a su rostro, algún día amado por su familia, que
escupe sangre sobre la vida. Soy incapaz de mirarle sin miedo, sin
preocupación, sin angustia; tal vez, debería esconder el periódico; tal vez,
debería reciclarlo; tal vez, debería fingir que no existe su guerra; pero su
guerra, es nuestra guerra, es nuestro sentimiento, es nuestro dolor, que vuela
junto a las víctimas, que nunca resucitarán, y mientras su rostro, sigue,
hablando de venganza, que forma parte de la tragedia de los periódicos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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