Cada atardecer, sea primavera, sea verano, sea otoño, sea invierno, me
encuentro al mismo matrimonio, en los jardines del Alcázar; suelen ir solos,
pero a veces, se encuentran con amigos. Caminamos por el mismo paisaje, que
abrazamos sin hablarnos; tal vez, por miedo a no reconocernos en el siguiente
atardecer; donde no seremos los mismos; seremos, seres con un día menos de
vida, que intentamos atrapar la eternidad, dentro de nuestras pupilas; desgastadas
por las lágrimas; erosionadas por los sueños; desilusionadas por las amapolas, cuyos pétalos,
se caen, ante nuestra impotencia; ante nuestro dolor; ante nuestro bautismo del
olvido; que nos lleva a volver siempre al mismo lugar, para conjugar un momento
de felicidad.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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