Como todas las mañanas fui a llevar a mi sobrino al colegio. Hoy miramos el termometro marcaba seis grados y la niebla sacudia nuestros ojos de la realidad. Edificios casi fantasmas nos perseguian, autobuses vacíos con personajes de recortables nos llevaron al cole. Los niños buscan su fila y esperan a las nueve, hora de desfilar ante padres y demás familia. Padres, madres, abuelos, tíos, se despiden de ellos como si fueran a embarcar y no volvieran a volverlos. Mí sobrino me ignora, no me mira, es lo que tiene cumplir años, aminnora la emotividad del adiós.
Ana
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