La feria del libro de madrid, en mi imaginación era territorio de leyenda para el encuentro con los escritores. Está mañana estuve con Idoia, juntas miramos a los seres cargados de palabras escondidos en las escuetas casetas de los libreros. Parecian bustos con manos de diccionario y dedos con helicópteros. Dedos que aterrizan en los sueños de sus lectores. Los escritores son salvajes, están dispuestos a saltar sobre sus víctimas y devorarlos en su ansiedad de ser inmortales. La inmortalidad de uno de los escritores a los que nunca ví y siempre llevó en mi corazón don Miguel Delibes. Don Miguel hubiera estado como buen castellano sobrio en su caseta del Retiro, escuchando el murmullo de los pájaros. Pájaros y el retiro la mejor combinación para sentir la palabra.
Ana
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