En la frontera de Siria con el Líbano en Qalamoun, cuatro niños sirios sonríen a la cámara. Su sonrisa es engañosa, pues han sido desplazados a un lugar hostil al que han de aprender a respetar. Sus miradas se iluminan como si las bombas no resoplaran en sus oídos, ni los proyectiles formaran parte de sus juegos. Qalamoun es una ciudad de fantasmas que respira el aire de la vida. Mientras las nubes vomitan lágrimas difíciles de consolar.
Ana Maria Tapias Garcia.
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