Cuatro sillas hablarán hoy desde el Vaticano: dos ocupadas, dos silentes. Cuatro hombres de la Iglesia en boca de todos. A Juan XXIII, no le traté en mis oraciones, a Juan Pablo II si. Le vi dos veces. Una en mi ciudad Segovia , y otra en la suya, siempre de lejos, como si estuviera en lo alto de un edificio, y le mirara desde él.
No llegó a entender el sentido de la canonización, pues muchas personas también son santos. Sus milagros son colágeno para sus familias y sus trabajos. Deambulando con fe y esperanza, por lugares donde el agnosticismo se instala, como norma de supervivencia. Roma es la institución, y las personas ocupan el puesto de infieles, asumiendo su santidad desde su anonimato.
No llegó a entender el sentido de la canonización, pues muchas personas también son santos. Sus milagros son colágeno para sus familias y sus trabajos. Deambulando con fe y esperanza, por lugares donde el agnosticismo se instala, como norma de supervivencia. Roma es la institución, y las personas ocupan el puesto de infieles, asumiendo su santidad desde su anonimato.
Cuatro sillas y millones de santos y santas, que nunca serán canonizados.
Ana Maria Tapias Garcia.
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