Las víctimas toman forma de niñas secuestradas, agazapadas bajo la metralleta de Boko Haram. Usadas como esclavas sexuales. Han engendrado hijos que las recordarán a su cautiverio, a su sufrimiento, a su tortura. Hijos a los que nunca amantarán con leche sino con lágrimas, que las encumbrarán a la cima del no perdón hacia cada gesto, hacia cada sonrisa, hacia cada paso que den sus bebés.
La víctima se dibuja en el contorno de una niña ,Paraguaya, violada por su padarasto, solo tiene 10 años. ¿ Ha de ser madre una niña? ¿ Ha someterse a la decisión de la justicia Paraguaya sobre su futuro?
La injusticia domina los campos, donde las amapolas son cruelmente pisoteadas. Los ciudadamos hemos de abrazar a las víctimas, para que su dolor se derrita entre nuestros brazos.
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