viernes, 1 de mayo de 2015

Vida

 
 Ayeestuven el tanatario con mi madre, había fallecido el hermano de un amigo de mis padres.  64 años, victíma del Alzheimer. No le había visto nunca. No sabía si mirarle o no, los muertos siempre me hadado miedo, tan blancos, tan quietos, tan ajenos, tadistantes a la realidad.
Mi madre da el pésame, la imito, habla con la gente, a veces, contribuyo con algunas palabras, otras busco al muerto. Sus labios están pegados, sus ojos encriptados, su cuerpo adobado con una sábana blanca.
 Quiero llorar pero nadie lo hace, aguanto las conversaciones, giran sobre la ausencia de mi padre, ha viajado a Madrid a ayudar a una de mis hermanas, cuyo hijo  está hospitalizado. 
Salimos, quiero llorar, hablo eel coche, de los amigos dmis padres, qunos dejan a 15 minutos de casa. Hablo con mi madreel camino. Llegamos a casa, al fin lloro mi muerte, la de mi familia, la de mis amigos, y , la de las flores, olor al qu huele la vida.

Ana. M. Tapias. G

1 comentario:

  1. Eres una persona muy observadora y con una gran sensibilidad, me gusta como escribes.

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