Me llamó la atención, la alfombra tendida en medio del caos de la ciudad. Sentí la ausencia de pisadas, que se ventilaban de la aspereza, de la incomodidad, que supone el encierro de las casas. Una manos, golpearían con fricción, el polvo desprendido de las madrugadas, de los atardeceres, de los anocheceres; condicionados por la rutina insoslayable, imposible de vencer, acaudillada en la necesidad de sobrevivir, de solventar el aullido de los sueños. Pensé, en el camuflaje de la vida, que nos obliga a caminar, cuando queremos solo queremos fundirnos en el horizonte.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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