El artista, no es un genio, ni ha nacido capicúa; es un currante, al que sobrevuelan las dudas, las angustias, las laceraciones. Se encuentra, días y días, varado; hasta que en sus sueños, aparecen formas, siluetas, sombras, imágenes; que lo acercan al soborno, que es la creatividad. Al despertar, se encuentra abandonado, en una calle sin semáforos.
Ana Tapias,
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