No sé cómo he sobrevivido, sin estrías en la sonrisa, al escoso escolar que sufrí en el colegio, y al maltrato psicológico. Llegamos a una tienda, mi madre, quería, unos pantalones; miré al fondo y vi a un ser oscuro, negro, deformado por la podredumbre de su corazón; ya es una anciana, cargada de arrugas, de surcos de envidia, de valles de odio, de malos pensamientos, de enquistados rencores, de lagunas sin empatía. Es la esposa, de un hombre, igual que ella. Desde pequeñas, nos insultó a mis hermanas y a mí; la maldad de sus acciones, me hizo llorar muchas veces. Recuerdo muchas frases, repartidas en treinta y tres años, que lo tuve que admitir en mi vida" No tienes tetas para nada"( catorce años)"Nunca tendrás amigos(dieciséis años). Nos denigró ante la comunidad de vecinos; nos llamó locas, subnormales, a mis hermanas y a mi. Todos los vecinos, nos observan dubitativos. Ya no soy una niña indefensa, soy una mujer, que ama a sus sobrinos; que daría la vida por ellos; que lucha, por cada una de sus sonrisas; que suma momentos, para crearles recuerdos en lo que refugiarse en su madurez. En la mía, acumulo su odio, su venganza, su furia. Siento pena, por un ser; que nunca fue capaz de descubrir, que tres niñas lo amaban.
Ana Tapias
Ana Tapias
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