Ellas, ellos, los otros, llegan en barcos
donde sobreviven a una travesía incierta, sin garantías de llegar a puerto. En
habitaciones, sin apenas oxigeno se aglomeran, bebés, niños, niñas, hombres,
mujeres, que anhelan un futuro mejor. Pero, llegan a Europa y molestan a su capitalismo de
fronteras. Son expulsados del consumo. Vagando en el mar entre olas que
los pueden derribar. Caminando, sin espacio, por campamentos improvisados con
grilletes, de donde no pueden salir. Nos da igual marginar sus sueños; así
vivimos más tranquilos; así nuestras calles no se ensucian con sus rostros; así
no pegamos sus lágrimas a nuestro espejo, que ha olvidado llorar. Nos someten
al rito de las pastillas antidepresivas y sonreímos siempre a la adversidad.
Pero, ellos, ellas y los otros. merecen una vida digna, y, Europa, no puede jugar
a ser la madrasta de Blancanieves; ha de
pactar una política común para ayudar a estos seres con corazón, no dárselo al
cazador para que lo mate en el bosque.
Ana Tapias( todos los derechos
reservados(©
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