Estos dias, disfruto de mis tres sobrinitos. Vamos a un parque, que está a cinco minutos de casa; a veces, no hay niños; otras, está plagado de historias que se juntan en un castillo o en una isla. Me asombra, la capacidad que tienen los niños de colaborar los unos con los otros sin conocerse de nada. Traen, llevan, cubos de agua, que arrojan sobre la arena como si su amistad fuera eterna, y, tal vez lo sea, pues esos, momentos, se alojaran en su infancia. Espacio mental, donde jugaran en la madurez como si fuera un paraíso sin derrotas. Los parques, nos devuelven a un mundo sin fronteras, con persianas a las que asomarse; sin armas con las que ser derribados; sin devoluciones egoístas; sin sonrisas con fecha de caducidad; sin nostalgias de la memoria; sin dudas sobre si el camino hacia la verdad es el correcto. Mis tres sobrinitos, leerán mis palabras un día, donde yo seré sombra de pala enterrada en un parque.
Con todo mi amor a Santiago, Guillermo y Mariana©
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