Esta
mañana observé, la lentitud. de esta mariquita en ascender a la margarita. Iba
sin prisas; sin acelerar las respuestas; sin atropellar a nadie en su camino.
Subía al ritmo marcado por su deseo en llegar a besar a la flor; que lo
esperaba con entusiasmo; sin hacerse ilusiones sobre las cosquillas que
recibiría; ni los abrazos que perdería si caía a la tierra. Los seres que no
volamos, siempre queremos ser los primeros en todo, y hemos olvidado escuchar a
quienes nos encontramos en el camino. Deberíamos aprender a soñar despacio, con
mesura, aferrados a los segundos de los otros tanto como a los nuestros para así
aprender a convivir, cosa que de momento no sabemos hacer.
Ana Tapias( todos los derechos reservados( ©
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