domingo, 27 de enero de 2019

Antonio López

Admiro,  cada, cuadro de Antonio López( Tomelloso , 6 de enero de 136) Sus pinturas me han servido de inspiración para hacer mis fotografías caseras, locales, austeras. "Lavabo y espejo""Taza de wáter y ventana""Nevera nueva". Son iconos de la monotonía, tantas veces, escondida detrás del aclamado glamour, que disimula nuestras necesidades primarias como son; vernos en el espejo, ir al baño, y abrir la nevera, Camufladas debajo del maquillaje que ocultan nuestra piel; de supositorios que aligeran nuestro estreñimiento; vitaminas que evitan que mastiquemos. Nunca me canso de ver la obra de López, a quien encuentro en una entrevista titulada"El último náufrago de Madrid central" en el Confidencial. Me cautiva su sencillez, al viajar en metro como si no fuera nadie, como si estuviera perdido en Madrid, al que llegó a pintar, como si le faltaran hojas y suspiros, para llegar a fin de mes sin llorar ante las facturas, ante la carencia de besos, ante el susurro de las amapolas que nunca crecen en invierno. Observo sus arrugas cargadas de pinceles, de objetos, de sueños, de sustancias. Me detengo en sus manos  manchadas de ambigüedades, de colores de lienzos. Me acerco a su mirada que crea luz en la oscuridad y sé que estoy ante un hombre bueno.
Ana Tapias( todos los derechos reservados(©

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