jueves, 31 de enero de 2019

La levedad del estornudo

Nada permanece, ni tan siquiera el estornudo, tal vez lo más efímero junto al segundo, que puede ser eterno si es el último. Ese momento, antes de morir que nadie imagina y al que todos llegaremos, es un instante donde nuestra vida quedará en un buen sueño o un mal sueño, dependerá de la interpretación que hayamos sido capaces de darla.  Ese momento, antes de entregarnos al olvido eterno, cuando estemos aún besados por el calor de la sangre, es el auténtico Dios, al que hemos de apaciguar, cada día, con nuestros sacrificios de sobrevivir al dolor, al odio, a la envidia, a la estupidez de los familiares, de los amigos, de los enemigos, de los que nos gobiernan, de un mundo hecho a medida de otros.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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