Plancho
con delicadeza mis primeros meses de vida, donde no podría intuir dónde estaba,
ni quién era; tan solo mi corazón latía, mis pulmones respiraban. Aún no había
aprendido que podría caminar, que si me lo propondría incluso volar. Desconocía
que la vida la pasamos abrigados en sueños de otros, y hemos de encontrar los
nuestros para ser felices; para creer en un dios que no esté pintado; para
sumar sonrisas y restar lágrimas. Aquella niña, podría haber sido cualquiera,
pero soy yo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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