Madrugar,
oír el despertador o estar media hora antes despierta; empezar a
mirarme el cuerpo y ver que estoy entera, que no soy un alma que vaga en
sentido contrario al viento; caminar en silencio, hasta llegar a la
cocina, donde los cubiertos aún contaminados de nostalgia
nocturna; me parecen preciosos para fotografiar; meter la leche en el
microondas, sacar la leche del microondas, mojar tres galletas, la dieta es la
dieta; conectarme a Facebook; leer la Constitución; enchufar la
radio. Comprender que la vida, es un esperpento de Valle Inclán. Abrir los
ojos, de verdad, para volver a la rutina, que a veces necesito caramelizar para
no caer en la derrota
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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