A veces, dudo hasta de que existan mis
recuerdos, o he de inventarlos para sobrevivir al dolor, que siempre me
acecha y salta sobre, mi vida, incesantemente, desvertebrándome en
pedazos, que no sé, cómo reconstruir para volver a sonreír; para
ser yo, sin ser interrogada por mis lágrimas, que acuden, a mi vida, en la
clandestinidad de mis amaneceres; donde el despertador me pone frente al
espejo de mi existencia.
Ana Tapias( todos los derechos reservados) ©
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