Estoy sufriendo el
duelo por la despedida de un amigo. No hará más de que un mes que se fue. Esta despedida, se une a
la de una amiga, con la que compartí más de dieciséis años de momentos. A ella,
a veces, me la encuentro, por las calles de nuestra ciudad. Nos miramos como si no nos
conociéramos. En mis recuerdos, se mezclan los dos dolores. Lloro sin
parar, sin cesar, sin lágrimas, ante sus rostros. Sé, que fui buena persona con
él, con ella; que no tienen nada que perdonarme, pero, la amistad como la vida,
muere, lentamente, a pesar de que los corazones sigan latiendo
Ana Tapias( todos los derechos
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