Cada día muere alguien que conocemos dejándonos un vacío difícil de llenar.
Suelo ver a los muertos por las calles caminando, les imagino pequeños pues se han ido encogiendo por el peso de los años. Les olvidamos sin pedir permiso al recuerdo y el recuerdo se rebela con figuras libres de ataúdes en nuestras calles. Necesitamos esparadrapos del dolor para ocultar nuestra vida de la desnudez a la que llegaremos un día cualquiera.
Ana Maria Tapias Garcia
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