La muerte nunca es esperada. A Jo Cox, de 42 años, diputada laborista, la encontró en Birstall, donde preparaba un evento. Un hombre, cuyo nombre no quiero recordar, la apuñaló y disparó. Jo, era una aguerrida defensora de los derechos humanos, de la igualdad del ser humano, de la paz, de los refugiados, de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Su voz, sus ojos claros, sus labios tenues y consolidados en las calles, en las mariposas de la injusticia, en los cantos de esperanza, en la lucha por un mundo sin fronteras, sin dolor, sin miseria; han sido callados.
Más allá de la tragedia que supone su asesinato, se alza la figura de una gran mujer, cuyo ejemplo debería ser memoria para todos.
Con todo mi cariño y admiración a Jo Cox.
Más allá de la tragedia que supone su asesinato, se alza la figura de una gran mujer, cuyo ejemplo debería ser memoria para todos.
Con todo mi cariño y admiración a Jo Cox.
Ana Tapias.
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