Las palabras me acechan, como si fueran enemigos
de los que es imposible escapar. Llevo media vida escuchando frases
" No puedes, no vales, tú qué haces aquí", entre otras lindezas
mayúsculas, que me he negado siempre a aceptar. Es más, me
motiva oír palabras que llegan a mi corazón, como si se
tratase de una diana a la que desangrar. Entonces sé que debo
luchar; que he de levantar mi mirada
que lloraría y lloraría; que he de ser fuerte y no rendirme. Las palabras me vigilan, pero no las temo, voy a su encuentro, decididamente,
para tragarme su aliento.
Ana Tapias
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