Siempre que voy al Cubillo, pueblo de mi padre; visito la casa de mis abuelos: Evarista y Saturnino, dos campesinos hechos del barro, del hambre, de la carestía, del ahorro. Lloro en cada rincón, en cada recuerdo, en cada beso impuesto por la distancia. Mis lágrimas, quedan colgadas del ayer, que me apena visitar, por temor a no saber volver al hoy.
Con todo mi amor a mis abuelos.
Ana Tapias
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