Es curioso, como el paso de los años, cambia nuestro cuerpo: lo agacha, lo vence, lo deja descuidado, con ganas de incorporarse a la otra realidad; esa a la que viajamos amortajados. El profesor de Instituto, aclamado por sus alumnos, en los años setenta; es viejo, decrepito, ha engordado; no es capaz de descifrar cómo se combina su camisa, con su pantalón, con su y chaqueta. Su mujer ha muerto. Camina, desplegando tristeza por la calle; nadie se ha fijado, que observa su bolsa rosa, donde tendrá sus alimentos, que sacará sin ganas, para vivir un día más al filo del recuerdo.
Ana Tapias( Todos los derechos reservados)
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