jueves, 3 de mayo de 2018

El reencuentro

Mi amiga de la universidad, vino a Segovia, el miércoles, con su familia y amigos. Me mandó un whastapp por si tenía tiempo para verla. "Para mis amigos siempre tengo tiempo", la contesté. Estaba nerviosa  por el reencuentro. La abracé con emoción, con fuerza, con el entusiasmo de la universitaria que llegaba desconcertada el primer día de clase. Fue a la primera persona que conocí, en aquella clase de primero de Historia. Pasamos cuatro años juntas, se me indigestaron algunas  asignaturas de Geografía y alguna más, no pude pasar de  curso.  Han pasado diez años, desde que la vi por la última vez. Fui a la misa de su boda, pero no me quedé después. El tiempo ha querido que nuestras vidas no sean paralelas. Nuestros amigos comunes, me han olvidado, a ella no, Está felizmente casada con Jesús, con quien comparte dos preciosos hijos. Ella tiene un trabajo fijo, una casa grande. Una vida estructurada. Yo soy más caótica, más desestructurada. Nunca tuve suerte en el amor, ni en los trabajos. Pero, pese a nuestras diferencias, imposibles de acallar; nos tenemos cariño, que permanecerá hasta el final de nuestros días; porqué, María José, fue la amiga con la que compartí horas y horas en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Autónoma de Madrid; fue la compañera, que leyó mis primeros poemas, a quien escríbia cartas cada verano; fue la sombra que escuchó mis sueños y eso nunca se olvida.
Con cariño a María José Parra Pérez
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

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