Mis bisabuelos, maternos, se llamaban
Ignacio y Juliana, eran los padres de mi abuelo, materno, Leoncio. Murieron con
sesenta y cinco años; que para ser los años treinta, era una edad digna de
respeto. Tuvieron dieciocho hijos, muchos de ellos murieron antes de nacer;
otros, en su primer año de vida. Su hijo mayor, el tío, Esteban, vivió ciento cinco
años, siendo el más longevo de toda su descendencia. Eran de Bargas, un pueblo, de Toledo. Mi
bisabuelo militar de profesión lo destinaron a Segovia. Tenían una casa en el
barrio del Cristo del Mercado, que fue destruida, pero, cuando paso por ella; siento
a mis bisabuelos a mi lado. Me hablan, me aconsejan, me regañan, me siguen. Me
cuesta no someterme a su voluntad, pues soy gracias a ellos. Están enterrados
en el cementerio de Segovia; donde los visito, de vez en cuando; los hablo de
tú, antes se hablaba de usted. Mi respeto por ellos, es su amor que se une a mi
destino del recuerdo,
Con amor a mis bisabuelos: os quiero
Ana Tapias( todos los derechos
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