¿Quién no se ha sentido en la vida marioneta cuyos hilos movía el
destino? Es difícil caminar sin caer. Lo bueno de tropezar, es
levantarse. No siempre es fácil, pues, nuestro cuerpo tiembla, llora; se tambalea; se
desajusta de la rutina; se acompleja
dentro del horizonte de lágrimas. Todo parece irreversible, pero, alguien te da
la mano; te invita a seguir su mirada azul, brillante, sin miedo; y con ella, uno se levanta, empieza a caminar olvidando su sombra de marioneta; despacio,
observando las distancias; cuidando las
palabras; aseverando el frio con el calor de la manta de cariño, que esa mirada
azul, que es nuestro espejo nos guiará hacía la felicidad, de ser nosotros
mismos sin el destino.
A mi amiga Sara G de Pablos
con cariño
Ana Tapias( todos los derechos reservados) ©
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