No sé, si después de pasar a esta
pandemia, que nos ha confinado en casa; que nos ha obligado a vernos por
teléfonos, por tabletas, por ordenadores; que nos fulmina la cercanía; que nos
impide pasear sin mascarillas, volveremos a ser los mismos. Ayer, al entrar
en el ascensor con la compra, el vecino, mi vecino, de toda la vida, se separó
de mi un metro, para hacer lo establecido, para seguir las nuevas normas, para
evitar que nuestros cuerpos se juntaran en un mínimo espacio y hablar sobre el
tiempo. El virus, maldito virus, irremediablemente, ha cambiado nuestra forma
de vida, de sentir, de amar, de formar parte de la sociedad. Tal vez, pronto lo
superemos y no nos intimide el contacto humano; o tal vez, nunca volvamos a ser
los de ayer, y estemos viviendo una lenta agonía de nuestras costumbres.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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