Desde el
que el Coronavirus asoma a nuestras casas, hemos olvidado lavar la ropa: pantalones, jerséis, camisas, abrigos, gorros,
camisetas, ahora, solo nos preocupa las
mascarillas, que sacamos a la calle, que como si fueran armaduras libran el
combate contra la muerte, contra el
dolor, contra la incertidumbre. Mientras caminamos, desnudos, sujetos a un
trapo, que nos protege la vida del destino,; al llegar casa, lo empapamos de
jabón, de legía, de susurros, de caricias, para así, sentirnos más seguros,
mientras la lavadora centrifuga esperanza de volver a ser la de antes
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