En estos días de soledad, sombras y
confinamiento, me reencuentro con mis libros de papel, aparcados, abandonados,
olvidados en estanterías, cubiertas de polvo y de distancias, que son
autopistas hacia al ayer. Abro mis libros, en un intento de volver a ser
aquella mujer; de recuperar las palabras; de sentir el aliento de la narración,
y descubro recortes de periódico que me parecieron vitales. Ojeo uno
titulado" Homenaje a los Brigadistas Internacionales en el Jarama"
del 23 de febrero de 2008. Combatientes británicos e irlandeses, quienes, detuvieron a los tropas sublevadas, en el
valle del Jarama, siendo asesinados, muchos de ellos. Y pasados tantos años,
del fin de la Guerra Civil, los españoles, volvemos a tener miedo, no a las
bombas, ni a los proyectiles, sino a un virus, que se adentra en nuestros
cuerpos como un arma letal, y para el que fabricamos, barricadas, en nuestros
salones de estar;, adonde el aire no llega; adonde el tiempo se detiene; adonde
las voces de los vecinos, se han convertido en la mejor noticia. Algún día,
alguien leerá con pavor, con estremecimiento, con pena, la agonía de una
sociedad enferma, y como he hecho con
los brigadistas internacionales, los llorará en su corazón.
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