Mi calle, es la calle,
de una pequeña, ciudad de provincias, como es Segovia; los vecinos, solo se asomaban
a la ventana cuando se escuchaban los gritos, de un vecino muy problemático,
que hace tiempo, que se debe haber contagiado del silencio y se ha quedado
mudo. Pero, mi calle, si tenía vida, los vecinos hablaban, se contaban sus
alegrías, sus penas; los coches pasaban; se oía rugir a sus motores; sus tubos
de escape contaminaban y nos hacían sentir, en nuestros cuerpos, el
cambio climático; ahora, solo se escucha, cada noche, el camión de la basura.
El resto del día es soledad, vacío, ausencias, de vecinos, encarcelados, dentro
de sus hogares, olvidando sus cafeteras, para poder dormir y despertar de esta
pesadilla.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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