Cada vez, que salgo
de casa, solo lo hago por obligación; mi rostro, se desdibuja, entre los
latidos de mi mascarilla; que, en estos días de virus, se ha convertido,
en una parte visible de mis facciones. Mis mejillas, mis pómulos,
mis labios, mi nariz, mi mentón, se han vueltos invisibles, en mi rutina sin formas;
se han contagiado del silencio de las calles; se han trucado, de olvido, dentro
de un paisaje con hombres, con mujeres, que vagaban por las calles,
perdidos, ausentes, espectrales, buscando un lugar donde no tener miedo;
anhelando encontrarse con ellos mismos; dibujando la esperanza en su
melancolía
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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