Antes del Coronavirus, en la tienda, éramos todos
iguales, ahora somos todos diferentes. Somos sospechosos; somos delincuentes; somos agentes propagadores de un virus, que nadie, sabe de dónde ha salido; que
nadie, conoce cómo eliminar; que nadie, intenta abrazar; por eso, los carros son llenados por manos
invisibles; por eso, las mascarillas atascan las palabras; por eso, el dinero se vuelve
perezoso dentro de los bolsillos; por eso, la cajera lleva guantes de metal; por eso, los alimentos caminan bajo la orfandad de las ciudades, hacía hogares, donde el
miedo contagia hasta la esperanza.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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