En mis paseos sólo veo hojas. Hojas perdidas que me dan ganas de recoger y no dejar morir. No puedo recogerlas a todas, y cuando recojo alguna veo su deterioro y la escucho. Escucho el dolor de irse de un mundo al que ya no tienen nada que aportar. Un mundo que ama la belleza de las hojas verdes y margina a las hojas marrones. Hojas en sillas de ruedas imposibles de rehabilitar en la vida. Mis ojos lloran a mis hojas.
Ana Maria Tapias Garcia
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