No soy la misma desde que dormí con la bota. No podia sacarme la bota y como estaba sola en casa tuve que dormir con ella. Nunca habia dormido con una bota. Al dia siguiente fui al zapatero a quien le costó quitarme la bota. ¡ Vaya corte pasé!¡ Tanto tiempo sin que un hombre me tocará la pierna y un desconocido que no era el principe azul, me la tocaba!. El zapatero estaba nervioso, lo noté. No atinaba con mi pierna encima, no podía desastacar la cremallera. No me quedé embarazada de la bota, pese a la insistencia de un vecino cuando me veia con mis sobrinos.¡ Es hijo de la bota!, me decia riéndose. Sabía de mi relación con la bota aquella noche.
Hoy otra cremallera me ha vuelto a fallar: mi pañuelo regalo de Idoia hace dos semanas por mi cumpleaños se ha metido en la cremallera de mi bolso. Es una evidencia que las cremalleras me odian y nadie puede evitarlo.
Ana Maria Tapias Garcia.
Leo tu buen humor y me gusta.
ResponderEliminarErase una bella moza.
Mas bonita que una luna
Y un zapatero ,la roza
Pardiez la pierna botuna
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Fue por esa cremallera.
Atascada y tan tozuda
Que no encontraba manera
De liberar su hermosura.
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Ahora padece la moza
Cremallerosis aguda
Y cremallera que toca
Se la pone peliaguda.
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