Juanjo ,un amigo, despide a su madre en un hospital de Barcelona. Al hablar con él recuerdo la despedida de mi abuela Encarna, mi abuela Evarista se fue una noche sin decir nada. Mi abuela Encarna agonizó tres dias y la cuarta noche murió al lado de mi madre y mio. A pesar que no nos oia, mis hermanas y yo nunca dejamos de hablarla, besarla incluso morderla. Mi hermana Alicia la mordia en sus carrillos y mi abuela era la mujer más feliz del mundo.
La noche que murió Alicia, con todo el dolor que tenía por la despedirla, la mordió y estoy segura nuestra abuela fue feliz, como tantas noches antes de irse dormir cuando su nieta se pegaba a ella, la besaba y la mordia. Recuerdo que nunca la veía tan feliz como cuando Alicia la mordia.
Juanjo ha de recordar toda una vida y eso es un paseo por instántaneas de felicidad.La noche que murió Alicia, con todo el dolor que tenía por la despedirla, la mordió y estoy segura nuestra abuela fue feliz, como tantas noches antes de irse dormir cuando su nieta se pegaba a ella, la besaba y la mordia. Recuerdo que nunca la veía tan feliz como cuando Alicia la mordia.
Las despedidas no tienen porque ser tristes y hay que ayudar a quien se quiere ir a irse con amor. El amor de una vida es un amor que nunca se va, siempre permanece. Permanece en nuestras sonrisas.
Con cariño a Juanjo
Ana Maria Tapias Garcia.
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