La sentencia que libera a " asesinos" deja a las víctimas tiradas en el suelo y aplastadas por la lluvia. La vida me ha acercado a dos víctimas: una victima y un familiar directo de una de ellas. Ellos lloran y los ex-carcelados sonrien Lloran desde sus heridas con las que caminan en sillas de ruedas y desde sus ataúdes. Lloran. El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos no escucha sus lágrimas porque están muertos. Sus voces permanecen pegadas al recuerdo de sus familiares y de quienes les queremos. Les queríamos vivos y caminando.
No soporto las sonrisas de los asesinos. No soporto ver sus rostros, oir sus nombres y ellos permanecen callados.
No creo en la justicia.
Ana Maria Tapias Garcia
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