La vida, la nuestra, la de ellos, se compone de
soledades y de silencios. Hemos de aprender a empatizar con sus éxitos, a saborear
sus derrotas, a besar la lentitud de sus abecedarios, a convivir con sus
despistes, a soñar con su cuerpos desnudos de lágrimas, a caminar junto
sus sonrisas, a imitar sus manías, a desprendernos de sus pecados, a olvidar
sus tristezas, a sincerarnos con su alma delante del espejo. Pero no es fácil,
por eso, tantas veces, nos pinchamos con la aguja del adiós
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
No hay comentarios:
Publicar un comentario