Nada ni nadie somos lo que parecemos, bajo
la apariencia frágil, se esconde un depredador de momentos; bajo la apariencia
agreste, habita un soñador de fuegos artificiales. A pesar, de no saber, de no
intuir, de no acertar, casi nunca, quién se refleja en el espejo, seguimos amando
dentro de la confusión, ya que, la soledad no habla, no escucha, no se detiene
al lado de nuestra sombra, tan solo nos invita a olvido.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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