Los relojes permanecen enquistados dentro de la monotonía, hasta que se duermen para permanecer invisibiles detrás de sus manecillas, agotadas, agónicas, extenuadas en un día; que se conservan dentro de los sudarios de la memoria, los cuales no hablan, no gritan, no lloran, no sufren, no sienten; solo besan lo que soñaron ser.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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