Hoy ha nevado sobre Segovia, resucitando
en mí, sensaciones de antaño, que saco
del armario de los recuerdos, cuando vuelvo a ser aquella niña, cuyos pies se
congelaban. Mi abuelo, materno, miraba
la nieve acumulada en el tejado de enfrente. Era exuberante, gorda, obesa; daba miedo, pensar que pasaría si caía sobre
algún vecino, despistado, que circulará a esa hora de la mañana por la calle
“Le aplastaría, seguro", pensaba desde mi estatura de inocencia. Mi
abuelo, iba a buscar el recogedor azul, no sé por qué no he olvidado el color,
o tal vez, me lo inventé, para quitar la nieve del balcón de su dormitorio. Permanecía
a su lado, vigilando los movimientos, de ese hombre calvo, tierno, bueno; al que aprendí a llamar abuelo, que se deshacía, lentamente bajo su cáncer. El día de su muerte , nevó, y sus manos. cogieron mis lágrimas, blancas, e hicieron un muñeco de nieve con sus
recuerdos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados))©
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