Mi abuelo, Leoncio, cuando yo era pequeña, y él, pensaba en la muerte como algo cercano, posible, aumentado a su tamaño de años, dijo"Venir a verme". Creo, que le contesté "El día que mueras, moriré contigo", así fue. Desde que morí un 12 de enero de 1987, no he dejado de visitar mi nicho. El cementerio, los días previos a todos los Santos, me parece más bonito que el resto del año, que sobrevive contaminado por la niebla, que llora el amor escondido bajo la tierra. Camino en silencio, aupada por mi ausencia, rescatandome del olvido, quitando mis lágrimas del ayer, que nadie me puede arrebatar. Soy él.
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