Hice esta foto, al llegar a casa cansada de caminar. Me gustó el reflejo de la luna en los balcones de una de mis vecinas. Las persianas están bajadas, no se percibe la vida casera de llevar zapatillas y bata, que llevará en su interior. La luna, siente pereza de entrar, se queda fuera, acostada en el regazo del cristal. Se mueve inquieta, teme ser capturada por la dueña y obligada a dormir junto a su mesilla. La dueña es viuda, vive sola. La pereza no puede terminar bien, la luna se va deprisa, sin sentir el miedo de la soledad
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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