Vivimos sujetos a sociedades, que nos imponen, desde que nacemos, su manera de pensar, su forma de actuar, sus ritos; quedando nuestra felicidad en manos del protocolo. Pero siempre, cabe la posibilidad de crear nuestra pequeña felicidad. La mía, la dibujo en cada atardecer, cuando me abrazo, al último rayo de sol despistado, que mi cuerpo anhela, para sobrevivir ante la fría noche, que me dejará ante pesadillas con forma de sombras, henchidas de melancolía, cuajadas de lagrimas que no han aprendido a sonreír.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
No hay comentarios:
Publicar un comentario