He conocido personas, entregadas al egoismo, que no escuchan; que sobreviven anclados a su penumbra, donde lloran lamentándose por su tragedia. He descubierrto personas, envueltas en el amor, que descuidan su ritmo interior para ser portavoces de cuerpos que caminan sin rumbo. Tanto el amor, como el egoismo, necesitan entrenamiento de un ejército de sueños, de pesadillas, de anhelos, de bailes, de despertadores, de caricias, de nostalgias, de encuentros, de desencuentros, que se pelean por sonreir y por llorar. Delmitar el sentimiento es difcil
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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