En Madrid, ayer llegamos a 40 grados. Mi cuerpo se trasforma en una cárcel de sudor; acumulado segundo a segundo, minuto a minuto, hora a hora; ante el que nada puedo hacer. Me atrinchero en mi celda, donde permanezco adormilada. Mis neuronas se afanan por pensar¿ Cuándo terminará esta ola de calor? Busco consuelo en la previsión del tiempo, que lejos de animarme, me aterra: hoy llegaremos, de nuevo, a los 40 grados.
Mi cuerpo buscará consuelo en una ducha de agua fría, mi auténtico pañuelo de lágrimas.
Mi cuerpo buscará consuelo en una ducha de agua fría, mi auténtico pañuelo de lágrimas.
Ana Tapias.
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