Recuerdo haber oido contar a Carmen Martín Gaite, que la gustaba ir en el autobús y escuchar conversaciones de la gente. Soy Martín Gaite caminando. Ayer, me llegaron tres voces de mujer. La primera iba con su marido, los dos de cincuenta y muchos. Hablaba sobre otra mujer, decía"Además la gusta el cine". Zanjé la conversación añadiendo" y más cosas la gustarán.
Seguí paseando, la segunda también iba con su marido, los dos jubilados recientes. Me llamó la atención cómo pronunciaba la palabra" Desencuentro" y cómo le susurraba" Que se enfadaba por todo".No supe qué decir".
Seguí paseando, la segunda también iba con su marido, los dos jubilados recientes. Me llamó la atención cómo pronunciaba la palabra" Desencuentro" y cómo le susurraba" Que se enfadaba por todo".No supe qué decir".
A la vuelta de la esquina, aún inquieta
por los desencuentros matrimoniales, la oí. Era alta, delgada, bien vestida, rondaría los cincuenta y cinco. Comentaba a un matrimonio mayor " Gente de mi edad que hemos ocupado puestos de responsabilidad, y de repente no vales". Me entristeció su dolor.
Mis pies lloraban por la soledad de mis pasos, solo esuchados por el asfalto.
Mis pies lloraban por la soledad de mis pasos, solo esuchados por el asfalto.
Ana Tapias.
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